THE SUN
Vitamina D, EL SOL y nuestro ejército de Navy Seals interno

Antes de hablar de frutas, estaciones, Inuit y papayas, tenemos que bajar al sótano de la biología.
Porque para que tú puedas digerir un mango en Costa Rica o enfrentarte a un virus en pleno enero, hay una orquesta interior que necesita estar afinada.
Y quien dirige esa orquesta es, entre otras, la vitamina D.
Las células T, las dendríticas y los comandos asesinos
Todo comienza en el sistema inmune, esa maravilla de ingeniería viva, que nos protege a cada instante.
Uno de sus protagonistas principales son las células T, que se desarrollan en la médula ósea y maduran en el timo (sí, ese órgano olvidado que tenemos justo detrás del esternón… y que, curiosamente, también se refleja en la planta del pie, por si te da por estudiarlo desde la reflexología). Lo sé porque fue pregunta de examen.
Cuando estas células T aún están en fase de entrenamiento, se les llama timocitos o naives, que en castellano significa “ingenuas”.
No hacen mucho… Aún no han aprendido a matar. Pero todo cambia cuando se cruzan con las células dendríticas, las “chivatas” del sistema.
Son las que patrullan la piel y otras zonas de contacto con el exterior.
Cuando detectan un patógeno, lo atrapan, lo presentan, lo explican y lo entregan, cual expediente criminal, a las células T.
Y ahí, las ingenuas (naives) se empoderan y mutan en asesinas. Gracias, dendríticas. Y gracias, vitamina D.
Por que atención: para que estas dendríticas hagan su trabajo, necesitan vitamina D. Y no cualquier tipo: la activa, la que tu cuerpo produce cuando te expones al sol, y que se une al receptor VDR para iniciar toda esta sinfonía inmunitaria.
El sistema inmune como ejército: estrategia, memoria y energía solar.

Piensa en tu sistema inmune como en un ejército de élite, con dos líneas defensivas.
Primero está la barrera física: piel, mucosas, flora intestinal.
Si el enemigo la cruza, entran en juego nuestras tropas especializadas: el sistema inmune innato (los soldados rasos) y el adaptativo (los francotiradores con memoria).
Entre ellos están los macrófagos, auténticas máquinas devoradoras. Detectan, engullen y digieren a los patógenos con una eficacia que haría temblar a Hannibal Lecter.
Fíjate en la maravillosa imagen. La masa en forma de rape, es el macrófago que se zampa, literal, a los indeseables.

Pero aquí viene lo interesante: los macrófagos no se activan sin vitamina D.
Sin ella, no hay fagocitosis, no hay respuesta, no hay defensa.
Así de claro. Por eso decimos que esta vitamina es vital. Porque lo es.
Y es mucho más que una vitamina: es una hormona que regula, coordina, modula e informa a tu cuerpo de cómo debe actuar. (hormona esteroidea). Y como hormona esteroidea, necesita «grasa»… ¿Me ves venir, verdad? Sin colesterol no hay vida Sin Colesterol no hay vida. Literal. Clicka.
Del laboratorio a la luz: el Sol como medicina mitocondrial
Ahora sí. Salimos del laboratorio y subimos a la superficie.
Porque todo lo anterior, todas esas células, receptores y enzimas, dependen de una cosa muy básica: que tomes el Sol, bañarte en la luz UVB, activando la Vitamina D a partir del colesterol.

Todos los seres vivos, desde una planta hasta un ser humano, estamos calibrados por la luz solar.
Vivimos, comemos, dormimos, nos reproducimos y sanamos bajo sus ritmos.
Pero cuando esa luz se reemplaza por fluorescentes, pantallas y LED blancos a medianoche, nos desajustamos profundamente.
El Sol no es solo luz: es un paquete de información que descarga datos precisos en tus células. Le está diciendo a tu cuerpo qué hacer y cuando hacerlo. Está activando rutas, enzimas y genes.
Es el lenguaje más antiguo que conoce tu biología.
Y aquí empieza otra historia: la del Sol como primer alimento.

Antes que el fuego, antes que el trigo, antes que cualquier dieta… el primer alimento fue y es el astro rey, el Sol.
Cuando brilla con fuerza, el cuerpo se vuelve más tolerante: puedes comer frutas, incluso azúcares en forma de blanquilla o miel, y tu microbiota sigue tan estable como una tribu ancestral, como los hadza (gracias Jeff Leach).
Pero cuando el Sol se oculta durante semanas o meses, invierno en Europa, oscuridad en Groenlandia, las reglas cambian.
El cuerpo entra en modo conservación, y lo que en verano era un manjar, ahora se vuelve un desequilibrio.
Los análisis de sangre lo confirman: resistencia a la insulina, inflamación, glucosa descontrolada, alteraciones tiroideas… Y eso sin contar el tiempo que pasamos bajo luz artificial o frente a pantallas.
El resultado: Enfermedad metabólica. Y digo en singular porque sólo hay una enfermedad: una célula que ha perdido la capacidad de producir energía eficientemente. Una célula con daño metabólico.
Nos han querido vender la idea de que hay 30.000 enfermedades… para ofrecernos 30.000 medicamentos distintos… ¿»Farmafia» lo llaman?
No es verdad. No hay mil enfermedades. Sólo UNA, con una raíz común:
El metabolismo celular dañado. Lo veo a diario en consulta. Desde hace más de 7 años. Demasiados casos con mismo leitmotiv.
Y por tanto, solo una verdadera vía de curación:
Restaurar la capacidad de la célula para producir energía con oxígeno.
(Soy especialista en daño metabólico. Por si te interesa).

Para hablar de carbohidrato, Si o Si tenemos que hablar de las mitocondrias, nuestras centrales eléctricas... Y el deuterio...
¿Por qué comer carbohidratos fuera de temporada no suele ser una buena opción?
Porque los hidratos fuera de temporada, no estructuran agua mitocondrial, no activan bien la cadena transportadora de electrones, y aumentan el estrés oxidativo.
Son como cocinitas microscópicas que viven en cada célula.
Su trabajo: convertir comida en energía utilizable (ATP).
El ATP es como la moneda oficial del cuerpo: si quieres mover un músculo, pensar una idea o fabricar colágeno, tienes que pagar en ATP. Bitcoin de momento…no.
Además de ATP, las mitocondrias producen agua interna, y no cualquier agua:
Es agua estructurada (también llamada “agua EZ” de Exclusion Zone). (H₂O en una disposición hexagonal ordenada),
Imagina que el agua normal es como gente en una discoteca caótica, cada uno a su bola.
El agua estructurada es como un flashmob perfectamente coreografiado:
- ordenada, compacta y con energía lista para usar.
Un agua gourmet*
Esta agua ayuda a:
- Transmitir señales eléctricas en el cuerpo. Recuerda que somos eléctricos.
- Mantener las proteínas y enzimas en su sitio y funcionando.
- Apoyar la producción de calor (termogénesis).
*En dos clientes con tratamiento oncológico, (colón e hígado) (triple negativo), he incluido en el protocolo agua baja en deuterio, calibrando rpp gradualmente, para tolerancia, ya que pura no se puede tomar. Toñi y Rosa, os amo.
Deuterio, el sabotaje silencioso...

El deuterio es un isótopo pesado del hidrógeno. Está presente en el agua y en los alimentos, pero no todos los combustibles lo aportan igual:
- Carbohidratos → más altos en deuterio (sobre todo frutas y vegetales de temporada cálida).
- Grasas animales → más bajas en deuterio.
- Grasas marinas → muy bajas en deuterio.
El problema del deuterio es que, por ser más pesado, desgasta las nanomáquinas mitocondriales (ATP sintasa, es el molinillo que produce ATP) y ralentiza la producción de energía.
Si comes como si vivieras en Hawái en pleno enero de Burgos, tus mitocondrias reciben más deuterio justo cuando menos luz solar y energía extra tienes para compensarlo.
Es como intentar correr con botas de esquí en la playa: no es que sea imposible, pero no es la mejor idea.
En resumen:
- Tus mitocondrias son como baristas de lujo que te hacen café (ATP) y te dan un vaso de agua premium (agua estructurada).
- Si les das combustible limpio (grasas buenas en invierno), trabajan rápido y felices.
- Si les das mucho deuterio (carbohidratos fuera de temporada), les metes piedras en el molinillo y la producción se ralentiza… y tú te quedas frío y medio dormido.
- Sin Sol no hay vitamina D.
- Sin vitamina D, tus células inmunes no se activan.
- Sin inmunidad, estás indefenso.
- Sin luz natural, tus electrones se bloquean, tus mitocondrias se saturan y tu energía cae.
DESCUENTOS ACTIVOS BLOQUEADORES DE LUZ AZUL Y SALUD MITOCONDRIAL:
CÓDIGO: RAQUELGONZALEZ
Si te ha gustAdo y te apetece, coMpártelo!!
