TAURINA
taurina: la molécula discreta que hace más de lo que aparenta
La taurina, ese amino-amigo silencioso.
Pocas veces se le dedica un titular, y sin embargo participa en procesos tan importantes como la digestión, la protección del hígado, el equilibrio nervioso y hasta la calma de un sistema inmune demasiado temperamental. ¿Y lo mejor? Es tremendamente segura de suplementar, aunque las bebidas energéticas aparenten lo contrario.
Nuestros antepasados, conseguían la taurina a través de una dieta rica en animales, pescados y algún alga ocasional.
Nosotros los humanos, podemos fabricarla a partir de cisteína y metionina, pero lo hacemos con la eficacia de un burócrata en agosto: más bien justita.
Por eso, contar con una ayuda extra no está de más.
Taurina y la bilis: una historia de amor hepático
La bilis no es solo ese líquido verde que imaginamos en películas de brujas: es el detergente natural de nuestro cuerpo. (o la caca del hígado…).
A grandes rasgos, sin profundizar, se produce en el hígado, se guarda en la vesícula y, cuando toca, se libera para digerir grasas y mantener el intestino en orden.
Aquí entra la taurina: se une a los ácidos biliares para formar sales biliares más solubles, facilitando la digestión y evitando que se cristalicen en forma de cálculos (esas pequeñas piedras que han enviado a tantos al quirófano).
Hya varios estudios (pubmed) que indican que la taurina puede prevenir la formación de cálculos biliares y mejorar la fluidez de la bilis.
En resumen: sin taurina, el circuito hepático se vuelve torpe.
Corazón, cerebro y más allá
Nuestro cerebro y nuestro corazón, son dos grandes consumidores de Taurina.
La necesitan para equilibrar minerales como el calcio, magnesio y potasio.
Se ha investigado su papel en insuficiencia cardíaca, arritmias y hasta en la reducción de placas arteriales. Y aunque suene a exageración de suplemento de moda, no lo es: los datos clínicos existen y son prometedores
El inflamasoma y el intestino: drama, histamina y reconciliación
El inflamasoma es como un director de orquesta que coordina la inflamación.
Si se pasa de entusiasmo, acaba en tragedia intestinal.
La taurina, con su estilo zen, ayuda a que no se desmadre:
- Reduce la inflamación.
- Favorece un microbioma más equilibrado.
- Estimula la producción de péptidos antimicrobianos.
Además, actúa como contrapunto a la histamina.
Demasiada histamina ( cada vez me encuentro con más histaminosis en consulta) convierte al cuerpo en un vecino paranoico: alergias, intolerancias, disbiosis.
La taurina, al estabilizar mastocitos y bajar los decibelios de la histamina, devuelve el equilibrio.
De hecho, en modelos animales se ha visto que protege contra la inflamación intestinal y mejora la cicatrización de tejidos (Advances in Experimental Medicine and Biology, 2019).
¿ Dónde encontrarla ?
- Carnes: desde las más nobles hasta las más humildes.
- Pescados y mariscos: verdaderas reservas de taurina.
- Algas marinas: la excepción vegetal que guarda este tesoro.
- Leche materna: la primera y generosa fuente que la naturaleza ofrece a los recién nacidos.
Dicen que lo esencial es invisible… y la taurina lo confirma. Un aminoácido humilde que mantiene la bilis danzando, la inflamación bajo control y el cuerpo en armonía.
Podría resumirlo así:
la taurina es discreta pero imprescindible.
Está en el corazón de la bilis, en las sinfonías del inflamasoma, en el pulso del corazón y en la calma del intestino.
Si tu digestión cojea, si tus alergias se multiplican o si tu hígado pide auxilio, tal vez no necesites magia ni alquimia: quizá lo que falta es un poco más de esta molécula humilde.
Y no hablo solo de teoría: he acompañado a varios clientes sin vesícula y con problemas hepáticos que parecían no tener salida… y con un protocolo adecuado (sí, con la taurina como aliada) los resultados han sido excelentes.
A veces la diferencia está en escuchar a las moléculas invisibles… y saber un poco de aquí, otro poco de allá…y así.
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CÓDIGO: RAQUELGONZALEZ